miércoles, 3 de febrero de 2010

Antes de decir que algo es malo, conócelo


Sin duda la forma de comunicación ha cambiado en el mundo.

Veinte años atrás ni nos imaginábamos que podríamos hablar cara a cara con nuestros padres en el otro lado del mundo a través de una webcam. O que nos encontraríamos con los compañeros de la secundaria después de dos décadas y hablaríamos de cosas tan cotidianas como el clima local o, en mi caso, saber qué fue de las tortas negras de la panadería de Pascale.

En aquellas épocas, salíamos de casa y nuestros padres no volvían a saber de nosotros hasta que regresábamos, o hasta que se nos ocurría hacer un llamado desde la casa de alguien. Hoy sería impensable que un adolescente salga sin un celular donde localizarlo, por ejemplo.


Alguien como yo, que vive fuera del país desde hace tanto tiempo, no puede sino bendecir todo lo que la tecnología nos pone a mano para hacernos sentir más cerca de los afectos, de las raíces.

Sin embargo, la semana pasada me topé con un artículo en la portada de MSN que hablaba sobre los peligros que representan las redes sociales, específicamente, Facebook. Que corres el riesgo de perder tu trabajo si tu jefe entra y ve lo que estás haciendo, que si potenciales delincuentes pueden enterarse de tu estilo de vida, que si estás aplicando para un trabajo, Human Resources tal vez pueda malinterpretar esas fotos del día que tus amigos se emborracharon contigo en la piscina de tu casa, y bla bla bla bla.

Por otro lado, hay quienes dicen que la forma en que la gente se comunica hoy es mucho más fría, que un mensaje de texto o un email no pueden expresar nunca lo que una conversación cara a cara, que se perdió el contacto.

Y aquí viene mi reflexión. Es verdad que la redes sociales sí pueden representar un peligro y tal vez la comunicación online no reemplaza a un buen café en la casa de tu amiga. Pero también es verdad que la mayoría de las veces las cosas buenas terminan siendo malas por usarlas en forma indebida.

En el caso de Facebook, la gente ve sólo lo que tú quieras que vean, y te ven y leen sólo las personas que tú escojas. Para los que dicen que se exponen, fíjense primero en la configuración y verán que pueden decidir exactamente quién sí y quién no. Luego, cuídate de revelar bochornosos detalles de tu vida o alardear de tu situación financiera.

En cuanto a la supuesta frialdad de la comunicación online, en su defensa tengo para decir que gracias a ella puedo tomar mates virtuales con mi amiga Florencia desde hace años. Las dos sabemos exactamente lo que nos pasa ahora mismo y nos sentimos que estamos a sólo una cuadra, como cuando éramos chicas, a pesar que hace más de diez años que no nos tomamos juntas un mate real (ya llega, Flor, ya llega).

Facebook me dio la posibilidad de encontrarme con muchísima gente querida de mi pueblo, saber cómo están ahora, qué hacen, conocer a sus hijos y reírnos de la moda de los 80 con las chicas de la secundaria. Y ni hablar de las charlas diarias, cara a cara con mi familia gracias a la magia de la webcam. ¡Todo esto hubiese sido impensable hace unos años!

Para no hacerla más larga, termino con un consejo. Antes de decir que algo es malo, conócelo. Después, úsalo bien.

Por mi parte, celebro el modo en que la ciencia y los avances hacen nuestra vida más fácil y amena, y bendigo cada uno de estos milagros tecnológicos que me ayudaron a acercarme a tanta, tantísima gente querida.

1 comentario:

  1. ya llegará Vero, ya llegará !! Un beso y FELICITACIONES a la talentosa escritora!! Flor

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