viernes, 18 de junio de 2010

Aspirina para el alma

Hace unos días me desperté con dolor de alma. Un dolor muy particular que no era exactamente la clásica melancolía gris, sino cierta bronca contenida que me transformaba en otra mujer. La bronca en cuestión estaba causada por una circunstancia cuya gravedad era igual a cero, pero mi percepción la convertía en algo terrible. Dolor de alma. Eso sentía exactamente.

"Entonces... ¿Qué hacemos?", me dije a mí misma, tratando de espantar a los manotazos la molesta nube negra que me rodeaba. ¿Me aguanto el dolor o busco un remedio, como cuando me duele la cabeza y me tomo una aspirina?


Decidí esto último pero... ¿Existe un remedio para el dolor de alma? "Por supuesto que existe", me dijo una voz interior. Entonces, me calcé las zapatillas, me colgué la bronca de la espalda y salí a caminar.

Era una mañana luminosa, el aire cálido de mediados de junio, el cielo límpido recortado por las palmeras y sus cabelleras punk, música de pájaros y el olor a mar en la atmósfera azul. Ante tanta belleza no pude sino sentirme agradecida. Recordé entonces una cita de Deepak Chopra: "El pasado es un recuerdo, el futuro es un misterio y el presente es un regalo. Por eso se lo llama 'presente'".

Respiré profundo y agradecí el regalo que Dios ponía ante mí en la bandeja celeste de la mañana. Abrí mi alma ofuscada y comencé a sentir esa presencia invisible y poderosa, que me miraba desde la cara de anciano sabio de las garzas y desde el reflejo del sol sobre el agua.

Y a medida que me llegaba la voz tranquilizadora del Creador, el dolor de alma se disipaba y una paz relajada comenzaba a inundarme. Sin darme cuenta, estaba charlando con Dios y recibiendo su guía divina.

Cuando terminó mi caminata me di cuenta que el remedio había funcionado. Me sentía alegre, afortunada, feliz y liberada.

Y además, ahora puedo recomendar la mejor aspirina para el dolor de alma: un momento a solas en contacto con la Creación, agradecer el "presente" y silenciar tus pensamientos para escuchar la voz de Dios.

No hay comentarios:

Publicar un comentario