Los medios de comunicación siguen de cerca el rescate de los mineros en Chile y no hay persona, por más insensible que sea, que no se conmueva ante las imágenes de esa gente desconocida, que nos ha tenido con el alma en vilo durante todas estas semanas.
Mucho se ha dicho y escrito sobre el momento del rescate, sobre los esfuerzos del gobierno de Chile y la colaboración internacional, la persistencia de los familiares, la maravilla tecnológica... Pero lo que quiero rescatar en este breve post es el reflejo casi milagroso que ha tenido este suceso. Hoy el mundo entero está en pausa. Nos hemos olvidado por un día los problemas políticos, la violencia, la inseguridad, la economía; para emocionarnos con cada abrazo, para elevar plegarias para que el operativo sea un éxito, para bendecir y agradecer a Dios por cada minero que aflora a la superficie.